sábado, 17 de septiembre de 2011

Telarmachay


El Abrigo rocoso de Telarmachay fue descubierto en 1974 por D. Lavallée y M. Julien durante las exploraciones realizadas por el Proyecto Arqueologico Junín-Palcamayo. Las excavaciones empezaron en 1975 y concluyeron en 1980. Estuvieron a cargo de un equipo franco-peruano de arqueólogos y estudiantes dirigidos por D. Lavallée.

Telarmachay se encuentra a 4,420 m.s.n.m., en el flanco oriental de la Puna de Junín (aprox. 11º11’ de latitud sur y 75º52’ de longitud oeste), 8 kms. Al NNO de la localidad de San Pedro de Cajas (departamento de Junín, provincia de Tarma). Se trata de una cavidad irregular de reducidas dimensiones (8 x 2,5m.), situada al pie de un acantilado, en los calcáreos triásicos del grupo Pucara, que en esta región constituyen series de afloramientos estratificados, interrumpidos por vigorosas escarpas.

El Abrigo mira hacia el sur sobre un talud de fuerte declive, cuya parte superior, más espesa, corresponde al límite del área protegida por el desplome de la pared rocosa. Este talud esta conformado por depósitos ah trópicos (desperdicios óseos, líticos y residuos orgánicos arrojados fuera del abrigo por sus ocupantes), mezclados con bloques calcáreos de diverso tamaño, caídos de la pared rocosa por acción cryoclástica.

De 1975 a 1980 los trabajos de excavación explotaron un área de 35 m2, correspondientes al espacio de habitación propiamente dicho y sus alrededores inmediatos.
Se empleó el método de decapado horizontal de los sucesivos niveles de ocupación, sobre toda la superficie explotada.

Estratigrafía y cronología de los niveles precerámicos

Los niveles inferiores de Telarmachay poseen un espesor total que varía de 0.50 a 1.50 m. según los sectores del yacimiento.

Sin embargo, cada una de las “visiones” sucesivas así obtenidas no constituyen necesariamente una unidad cultural homogénea, pues un “piso de ocupación”, en un yacimiento en cueva o abrigo, es resultado de la ocupación del lugar por un grupo humano durante tiempo. Esta constituido por la acumulación progresiva de los testimonios de la actividad humana y de los elementos naturales (tierra, piedras, etc.). De manera que presenta siempre cierto espesor, que puede variar desde el espesor de un objeto (2 a 5 cms.) hasta 20 cms. o más, y se caracteriza por la continuidad espacial que refleja una permanencia del comportamiento humano en el lugar.

El espesor de u nivel cultural no tiene relación directa y mensurable con el tiempo necesario para su constitución, ya que ésta pudo ser de 10 días como de 1 año ó 100 años, según la densidad , la naturaleza de las actividades desarrolladas en el yacimiento, en el modo de utilización del espacio doméstico, y también según la velocidad de acumulación de los elementos naturales.

Finalmente, conviene precisar que en todo espesor de los niveles precerámicos no se encontró estrato estéril de alguna importancia, salvo un delgado estrato de algunos centímetros, totalmente desprovisto de vestigios arqueológicos.

En telarmachay se ha encontrado que durante al secuencia pre cerámica la preponderancia de astas y fragmentos de cráneos de cervidos identificables al nivel de especie pertenecen a la taruca ( hippocamelus anticensis) desde el inicio de la ocupación pre cerámica la mayoría de los huesos depositados en telarmachay siempre correspondieron a camélidos sudamericanos. Los estudios de la distribución actual de ambas especies no domesticadas, guanaco y vicuña indicaban que ambas existían en al puna.
Es más, El análisis coprolítico y las osamentas, muestran el constante y progresivo consumo de camélidos hasta un 90% entre la primera y última capa estratigráfica. Esto indicaría que la dieta alimenticia mejoró sustancialmente con la ingesta calórica y proteínica hallada en las nuevas carnes.

La preparación de alimentos del hombre de Telarmachay fue compleja. Sus fogones, parecidos a la actual pachamanca, muestran una tecnología adelantada para su época, pues calentaban los líquidos y sus alimentos con piedras calientes que encontró la arqueóloga Daniele Lavallée. En las cenizas de sus fogones enterraban las piedras pues de esta manera eliminaban el agua de su composición y era más fácil su tallado.